Introducción .
En el siglo XVII, la cirugía todavía no había conseguido despegar como ciencia.- El puesto de cirujano en la sociedad era notablemente inferior al de médico salvo contadas excepciones.- En esta época persiste la división entre cirujanos y barberos, además de existir otros “profesionales” que practicaban algunos procedimientos médicos como sangrías, extracciones dentarias, lavativas, etc..-
La cirugía en el siglo XVII se basaba todavía en una práctica empírica aunque se empezara por algunos a asimilar algunos conocimientos anatómicos. La Cirugía no había conseguido todavía despegar como ciencia. Los acontecimientos históricos que hacen aislarse a España del resto de Europa, repercuten profundamente en la ciencia médica, lo que unido a la actividad inquisitorial, frena la evolución del pensamiento científico español y el intercambio cultural con Europa. -
El estudio de la medicina y cirugía estaban totalmente separados, de acuerdo con las normas de la medicina árabe, que habían sido transmitidas a través de la Edad Media.
En muchas ocasiones, generalmente se presentaban para esos puestos hombres sin talento, sin educación o sin cultura, puestos desde el principio en la humilde condición de barberos.
Tanto en esa época como a mediados de siglo, la medicina permanece en una situación de gran dogmatismo y retoma conceptos galénicos que el renacimiento había intentado cambiar de raíz.
Vemos que la Cirugía no tenía un verdadero cuerpo doctrinal, la formación de los cirujanos se seguía haciendo fuera de la Universidad y en muchas ocasiones con su oposición.-
El enfermo era atendido por médicos latinos con título universitario (bachilleres, licenciados o doctores).-Por cirujanos de formación latina y por cirujanos-barberos, aparte de otros “profesionales” variopintos como farmacéuticos, sacamuelas, sangradores, algebristas y curanderos en general.- Por lo común los cirujanos se dedicaban a las operaciones de más envergadura, mientras que los barberos realizaban fundamentalmente heridas y sangrías.- (Fig. 1).
El poder resolutivo de la cirugía vislumbrado por los gobernantes, hacen que estos empiecen a interesarse por mejorar la formación de los cirujanos, a la vez que tratar de elevar su categoría social y científica, todo ello contribuiría a mejorar el “proyecto poblacionista” de los gobernantes, que veían en la mejora de la calidad de vida de sus gobernados un camino de mantener una sociedad más fuerte de cara a programas belicistas y del mantenimiento de sus posesiones y pertenencias.
De un modo general, podemos aceptar la realidad del atraso científico de España en estos inicios del siglo XVIII.- Las causas que podían estimarse de ese retraso médico y quirúrgico tendríamos las siguientes: Aislamiento de España, el papel de la Inquisición, Ignorancia de los idiomas extranjeros, escasez o ausencia de libros, la ausencia de experimentación, el abandono de la anatomía y el desconocimiento de la botánica, así como la separación de las enseñanzas médico-quirúrgicas.
- Cádiz y su Departamento marítimo. Hospital Real.
Desde la subida al trono de España de Felipe V en los inicios del S. XVIII, y el interés puesto por sus Ministros en especial por D. José Patiño de conseguir una total renovación e incremento del poder naval, se refleja en una serie de disposiciones y de hechos, muchos de los cuales beneficiaron a Cádiz de manera considerable, gracias a su privilegiada situación.- Patiño fundó en 1717 el Departamento Marítimo, organizó el Arsenal de la Carraca y junto a él el 7 de Febrero, creó la Real Compañía de Guardias Marinas magnífica Academia en la que se cuidaba por igual, el cultivo de las cualidades castrenses y de la preparación cultural de sus alumnos.- Entre sus primeros alumnos destacan muy pronto por sus excepcionales dotes intelectuales los famosos matemáticos Jorge Juan y Antonio Ulloa, que habían de ser más tarde grandes amigos de Virgili.-
El desarrollo de las construcciones navales fue en aumento y los artilleros de Cádiz, Ferrol, Cartagena etc., desarrollaron una actividad inusitada para dotar al país de una flota que garantizase el Comercio de Indias e imponerse el respeto de la Nación.-
Cádiz a lo largo de su historia sufrió numerosas invasiones extranjeras fundamentalmente de los ingleses, de ahí su necesidad de ciudad fortificada para repeler esos ataques.
Toda fortificación implica la presencia de una guarnición encargada de su organización y resistencia y ello conlleva el aumento de una población expuesta a enfermedades y accidentes que debían ser tratados con los conocimientos del momento.- En virtud de ello el Duque de Medina Sidonia, Capitán General del Mar Océano en 1636 por mandato del Rey resuelven crear lo que pudiera tratarse del primer Hospital Real.
En un documento presentado el 16 de enero 1668, en el Cabildo de Cádiz por Fray Pedro de Magallanes se puede entresacar …”que el Hospital que estaba a su cargo, que tiene por nombre del Rey, estaba muy llevo de enfermos y tantos que en él no cabían…”.
El Cabildo se niega a aceptar la ampliación del Hospital, entre otras razones “… por estar el dicho Hospital en medio de la ciudad”, concluyendo que “esta materia se podría remediar con armar un Hospital fuera de esta hacienda…”, así se acuerda la creación del nuevo Hospital junto a la ermita del Santo Ángel, eligiendo el sitio que con ella linda para Hospital.
En 1667, fue colocada la primera piedra y la capilla del Santo Ángel quedó incorporada al Hospital. (Ochenta años antes del Colegio)
En 1718 es destinado a Cádiz como Director del Hospital un cirujano Mayor de la Armada de origen francés Jean La Combe (Juan Lacomba).- Desde los primeros momentos se percata de la baja formación que existe en la Cirugía y la Medicina españolas (dos profesiones distintas por entonces), por lo que propone mejorar su nivel. Muy pronto hubo de notarse su gran capacidad de organización e iniciativa.- (Fig. 2).
Protegido por los preclaros Ministros como José Patiño y Zenón de Somovilla (Primer Marqués de la Ensenada), va a conseguir crear dentro del Hospital Real de la Armada de Cádiz en 1728 un anfiteatro anatómico y una “Escuela de Practicantes de Cirugía” de la Armada como primeros hitos para conseguir una mejor formación de los profesionales a sus órdenes, así como otras aportaciones tales como una nuevas ordenanzas para los Cirujanos Navales “ordenanza y reglamento para los ayudantes primero y segundo de la armada”, que Felipe V acepta. (Fig. 3).
Lacomba, Cirujano Mayor de la Armada, conoce a Pedro Virgili en el sitio de Gibraltar.- Pedro Virgili nacido en Vilallonga del Campo, en la Comarca de Reus el 15 de Febrero de 1699, de una familia de sencillos labradores, vio desde su adolescencia quizás influido por la simpatía y afecto de D. Jaime Esteva, Cirujano que ejercía en su pueblo, que “…su misión era otra, que quedarse en su pueblo…” lo que le hace salir para Tarragona a los 17 años para aprender el oficio de “sangrador y barbero”.
Poco después marcha a pie hasta Montpellier, la más vieja Universidad de Europa, donde de la mano de su mentor y maestro Mr. Loret inicia su trayectoria como Cirujano.
En 1724 ingresa en los Reales Ejércitos de Tierra.- Juan Lacomba se da cuenta de la categoría intelectual y de la formación cultural y médica, realizada en París y Montpellier por Virgili y valorando sus cualidades intenta y consigue convencerle para incorporarlo al Hospital de Marina de Cádiz y logra que abandone su puesto de Cirujano Mayor del Ejercito y acepte la de su Ayudante de Cirujano Mayor en la Marina, nace de esa amistad y esa colaboración un futuro abierto de posibilidades y la posibilidad de crear una de las empresas más importantes como dice Antonio Orozco.
Lacomba y Virgili, no pretenden crear en Cádiz un Colegio de Cirugía como los de París o Londres, pese a toda su fama, quieren mucho más.- Pretenden unir en un solo hombre dos carreras, la de medicina y la de cirugía, lo cual como hemos visto anteriormente iba en contra de una larga tradición y de lo legislado y muy especialmente del tribunal del Protomedicato y de la Hermandad de S. Cosme y S. Damián.
En estos momentos Lacomba se encontraba ya agotado por el esfuerzo realizado en su trabajo como cirujano mayor y carecía ya de la energía que la dirección del Hospital Real precisaba, por ello conocedor de los méritos de sus ayudantes al enterarse del retorno de su amigo, fiel a la palabra dada en Algeciras escribió al Marqués de la Ensenada solicitándole que Virgili, ocupara su plaza cuidando de las enseñanzas de los cirujanos y corriendo con los demás encargos que la Lacomba dispusiera.
- Real Colegio de Cirugía de la Armada de Cádiz.
El 29 de Mayo de 1748, Pedro Virgili entregó el memorial dirigido al Marqués de la Ensenada, que se conserva en el archivo de Simancas, en el que se presenta su memoria de creación de Real Colegio de Cirugía de la Armada, que se eleva a su majestad Fernando VI. (Fig. 4).
El 29 de Noviembre de 1748, fueron aprobados los estatutos del Real Colegio de Cirujano de la Armada.- Un mes después el día 31 de diciembre, se comunicaba oficialmente el fallecimiento de D. Juan Lacomba.- Había vivido lo suficiente para presumir lo que iba a ser la transición de aquel pequeño quirófano anatómico que con tan ilusión como buen criterio forjara el año feliz de 1728, en el que se comenzó una enseñanza que ahora y en un próximo futuro iba marcar un hito trascendente en la regeneración cultural de España.-
A consecuencia de ello el 4 de Enero de 1749, el Rey firma la siguiente orden “por cuanto en atención de los méritos y servicios del ayudante del cirujano mayor de mi armada naval D. Pedro Virgili, he venido a conferirle el empleo de Cirujano mayor de la misma armada, vacante por el fallecimiento de D. Juan Lacomba, con el dote de sueldo prescrito en el último reglamento”.
El contacto con el mundo exterior y el intercambio de conocimientos con otros profesionales y escuelas, clave en el siglo de la Ilustración, fue una constante desde el inicio de la actividad del colegio.
Tan solo dos años después de la aprobación del Real Colegio (1750), Virgili hace gestiones para enviar alumnos pensionados al extranjero a diversas ciudades europeas, donde se encontraban los Centros neurálgicos de la profesión Médica en Francia, Inglaterra, Italia y Holanda.
En 1751, envía a los mejores de la promoción a la Universidad de Leyden para hacerse médicos en la celebre escuela dejada por Boerhave que en esos momentos es la primera de Europa.- Allí permanecen cuatro años, al cabo de los cuales son enviados a Bolonia para obtener el título de Doctores en Medicina, son los primeros Médicos-Cirujanos y los primeros Alumnos becados de Europa.-
Con ello se cumple el deseo de Lacomba y Virgili cuando conciben su plan para el Real Colegio de crear no solo un colegio que erradicara a los Cirujanos Romancistas y crear un Colegio de Cirugía como los de París o Londres, pese a su fama.- Quieren mucho más, pretenden unir en un solo hombre las dos carreras, la Medicina y la Cirugía.-
Desde su fundación, el Real Colegio tuvo como objetivo fundamental la formación de buenos cirujanos, para ello era necesario contar con un profesorado adecuado, instalaciones y ayuda económica, debería adoptarse un plan docente capaz de proporcionar los profesionales requeridos.
Virgili, desde el principio fue conocedor que no se podría obtener una buena formación médica sin contar con abundantes libros e instrumentos, consideraba imprescindible tener una buena Biblioteca, un jardín botánico, un taller de construcción de instrumentos y unos laboratorios.-
La Biblioteca del Colegio de Cádiz, llegó a ser una de las mejores de Europa. Acuden a Ulloa y a Jorge Juan, en misión en el extranjero, para que le envíen instrumentos y libros, más adelante los alumnos y profesores pensionados al extranjero serán los encargados de facilitar esta labor.- Se habla que llegó a tener unos 5.000 volúmenes.-
Se nombra primer bibliotecario a Francisco Canivell. En 1749 era requerido por Pedro Virgili, su protector en adelante, para hacerse cargo de la biblioteca del Real Colegio. El hecho de que Canivell conociera bien las lenguas Francesa e Italiana, y poseyera una amplia experiencia como cirujano, hicieron posible su elección. El propio Virgili había señalado con anterioridad las condiciones que habría de tener el futuro bibliotecario: “…es menester un cirujano que sea aplicado y entienda los más idiomas que sea posible…”
En 1755 habría de ocupar la cátedra dejada vacante al fallecer su hermano.
Desde el inicio y creación del Colegio el jardín Botánico había sido una de las preocupaciones predilectas de sus dirigentes al considerarlo una de las fuerzas fundamentales para el conocimiento de la materia médica.- (Fig. 5).
Entre los primeros alumnos del colegio aparece en sus libros la inscripción de “José Celestino Mutis”.- Se admite en el Real Colegio de Cirugía en 15 de Noviembre de 1749 y el 24 de Febrero de 1752, se le permitió licenciarse para retirarse de servicio de su plaza.- Este colegial natural de Cádiz, iniciará allí su verdadera vocación por la Botánica, de la que llegó a ser excepcional investigador.-
Todos los medicamentos utilizados por los Cirujanos del Real Colegio, constituyen toda una amplia gama del saber farmacológico que había de cristalizar en el “Formularium médico chirurgicum” publicado en Cádiz en 1752 y en la “Pharmacopea de la Armada” de Leandro vega, aparecido en 1760.
Sin duda un punto fundamental del programa docente de Virgili eran los aspectos prácticos, conociendo y facilitando todo tipo de instrumentos y señalando la importancia de que los estudiantes se establecieran en los hospitales al objeto “… de hacer útil la teoría, con la práctica de sus maestros…”
También a los colegiales más adelantados se les permitía embarcar con sus maestros, antes de acabar la carrera y actuar incluso como Cirujanos Segundos.
Completaba este marco docente las Juntas de los Jueves (sesiones clínicas), con asistencia de todo el claustro de profesores y presencia de los alumnos y las observaciones clínicas sobre casos, atendidas por los Cirujanos-Profesores del centro o vinculados a él en el Hospital adjunto al Real Colegio, en alta mar o en lugares fuera del marco gaditano. A las exposiciones seguían las censuras correspondientes.
Cuando culminaba el ciclo formativo, ello se veía recompensado frecuentemente con la colocación del colegial. Ya los primeros estatutos creados por Virgili, contemplaban ese tema. El examen era aprovechado por el Director para, a través del Intendente, seleccionar “…aquellos practicantes o colegiales que estén aptos para sus respectivos asientos, así en la Armada y hospitales como en los navíos mercantes…”
- Etapa Post-Virgiliana. Colegios de Barcelona y Madrid.
En 1758 se cumplirá la primera década de la firma de la Real Célula desde su fundación, este año será señalado por los grandes cambios que van a sucederse y de los que se resentiría el Colegio. Ese año es el último de la actuación directa de Pedro Virgili, que aunque conservó la Dirección del Colegio en la distancia, había de disminuir la efectividad de su mando sobre el mismo.
Ciertamente su apartamiento del Colegio a los diez años de su fundación, cuando su actividad era indiscutible, fue aceptada elegantemente, sin la más leve reclamación o expresión de disgusto.
La elevación del nivel intelectual de los Cirujanos de la Armada, la planificación de estudios, el régimen de internado en los alumnos, la publicación de obras, el perfeccionamiento de métodos, toda esa gran labor de progreso impulsada por el Director del Real Colegio fue en gran parte ignorada y/o menospreciada.
Sin embargo, Virgili como los grandes hombres no era fácil de amilanar, y dedicó muchas horas después a nuevos proyectos, y empezó a considerar lo que habría de ser su proyecto más querido: Crear en Barcelona un Colegio de Cirugía semejante al de Cádiz, pero dedicado a formar Cirujanos para proveer al Ejército. (Fig. 6).
Los jefes y sus maestros que constituyeron el primer claustro del Colegio de Barcelona, todos ellos menos uno eran alumnos predilectos del Colegio de Cádiz y su traslado constituyó una buena rémora para el mismo.
En 1774 salen a la luz los “Estatutos y Ordenanzas Generales que SM mande observar a los Colegios y Comunidades de Cirujanos, establecidos en Barcelona y Cádiz y en todo el Principado de Cataluña para la enseñanza de la cirugía. Examen de Profesores y su gobierno económico”.
Estas ordenanzas redactadas con la experiencia adquirida en el Colegio de Cádiz significan un gran progreso en la enseñanza mejorando notablemente y superando a las de 1748, pensadas más bien con miras al Colegio de Barcelona.
Durante el mandato de D. Francisco Canivell (1769), digno sucesor de VIRGILI como Cirujano mayor de la Armada y Vicepresidente del Real Colegio de Cádiz, el Colegio recupera un prestigio y esplendor similar a sus buenos años, aunque a la muerte de Virgili en1776 el cargo de Director del Colegio de Cádiz no recayó en Canivell como era de esperar, sino en manos de D. Manuel Oromi. Reintegrado tres años después Canivell, a su anterior cargo, reorganizó la enseñanza alterada y estableció el plan de estudios, consiguiendo la compra de más instrumentos y libros, gozando el colegio de una época de bonanza económica. Inició la publicación de su “Tratado de las heridas de arma de fuego, dispuesto para el uso de los Alumnos del Real Colegio de Cirugía de Cádiz”, editado en propia capital en 1779. Fallecería en 1797, después de haber sido condecorado con los honores de “Cirujano de Cámara” como su maestro Virgili.
La época que el Colegio fue regido por Francisco Canivell tiene por característica la del progreso. Progreso en lo científico, en lo económico, en el aumento constante de material y libros, en la restauración del edificio etc.
Durante el mandato de Carnivell se produjo el nacimiento del segundo hijo del Colegio de Cádiz. El 1 de Octubre de 1787 se inauguró en Madrid el Real Colegio de Cirugía de San Carlos por orden de Carlos III. Sus fundadores, dos viejos alumnos del Colegio gaditano, D. Antonio Gimbernat y D. Mariano Ribas, el primero a la razón de Director del Real Colegio de Barcelona y el segundo Profesor de la Armada en Cádiz. (Fig. 7).
Con el de Madrid se completa el trío de los Colegios que acometieron la total transformación de la Cirugía en España, en el siglo de la ilustración, elevándola a una consideración y efectividad no soñada cuarenta años antes.
Mientras las Universidades estaban anquilosadas en sus procedimientos, mantenían los mismos criterios que en el Siglo XVI, los Colegios en cambio estaban en constante contacto con Universidades y Escuelas extranjeras, injertaban de continuo los sistemas, técnicas y metodología más en boga y complementaban el estudio de la Cirugía y muy especialmente en Cádiz con la práctica de la Medicina, estudio de la Botánica, Física y Química, Matemáticas etc., que aunque poco desarrolladas en aquella época, eran y constituyen cada día más, la base de conocimientos que diferencian a los Médicos de los “practicones” de la Medicina.
Otro hecho de importancia en las postrimerías del XVIII es la publicación de las ordenanzas del Colegio publicadas en 1791,en las que se consolida y afianza, lo que siempre constituyó la meta del Colegio en las mentes de Virgili y Lacomba ”…la unión del estudio de Medicina y Cirugía en los programas escolares”.-
Este reglamento, constituye un progreso excepcional y colocaba al Real Colegio de Cirugía de Cádiz a la altura semejante a la de los mejores colegios del mundo en aquella época e incomparable con las enseñanzas que entonces se desarrollaban en nuestras Universidades.
En esta época se incorpora la Pediatría, Patología General y Particular (“especializada”, Química, Algebra Quirúrgica, Física experimental, Higiene y enfermedades venéreas).
El camino hacia la enseñanza moderna de la medicina había quedado abierto.
- Epílogo.
A principios del siglo XVIII, veíamos la palpable realidad del atraso científico de España en general, por su aislamiento de los países de su entorno, ignorancia de idiomas extranjeros, papel de la Inquisición, escasez o ausencia de libros, etc.-
En relación al retraso médico-quirúrgico tendríamos que señalar el abandono de la anatomía, el desconocimiento de la botánica, la separación de las enseñanzas médico-quirúrgicas.- La cirugía no tenía un verdadero cuerpo doctrinal y la formación de cirujanos se seguía haciendo fuera de la Universidad en muchas ocasiones con su oposición.-
En ese panorama empobrecido y científicamente desolador, nace en Cádiz un proyecto único que habría de marcar las señas de identidad de la cirugía del siglo XVIII, el siglo de la Ilustración.-
De la mano de Lacomba y Virgili, se inicia y desarrolla el proyecto que por su originalidad, eficacia y desarrollo vendría a constituirse como uno de lo hitos más importantes de la Medicina y la Cirugía moderna.-
Y no en vano, ello tiene lugar en Cádiz.- La ciudad de Cádiz representa en el siglo XVIII uno de los enclaves más importantes de la España de la Ilustración.- su carácter cosmopolita, su espíritu comercial, su ambiente cultural y su liberalismo son señas de identidad que mucho tienen que ver en que ese proyecto innovador en el campo de la medicina y más concretamente de la cirugía de la ilustración, se den precisamente en esta ciudad.
Las claves de ese proyecto renovador y reformista que ve su luz y se desarrolla plenamente en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz, habría que situarlas sin duda en el afán emprendedor de Juan Lacomba desde que es nombrado Director del Hospital Real de la Armada y con su sucesor Pedro Virgili, ambos con su proyecto ambicioso de crear el Real Colegio de Cirugía, pretenden y logran unir en un solo nombre dos carreras, la de medicina y la de cirugía, esa obra que habrá de ser lenta y bien meditada, daría sin duda como hemos visto sus frutos en conseguir una revolución científica, muy especialmente en el campo de la cirugía.-
Para ello era necesario crear las bases científicas del conocimiento, desarrollo del estudio de la anatomía topográfica, botánica, física, etc., etc...- La Medicina empírica daba paso a la medicina científica del siglo de la Ilustración y todo ello basado en una metodología innovadora que cubriera el objetivo fundamental de formación de buenos cirujanos.- Para ello fue necesario contar con un Profesorado bien preparado, en contacto con los Centros del Extranjero, disponer de autonomía respecto a la administración, contando con medios imprescindibles como un Jardín Botánico, una nutrida y buena biblioteca, laboratorios talleres de instrumentos, etc.
La teoría y la practica se basarían en la experimentación, observación y en el desarrollo de Juntas o Sesiones Clínicas donde eran analizados los casos clínicos y así mismo en viajes al extranjero a otros centros prestigiosos o embarcando a los colegiales más adelantados con sus maestros, antes de acabar la carrera y actuar incluso como cirujanos segundos.-
Los frutos de este proyecto, independientemente de la formación de cientos de cirujanos, se vio consolidado y prolongado con la creación del Real Colegio de Cirugía de Barcelona en 1764 y el de Madrid en 1787.-
El primero creado por Pedro Virgili y el segundo por Antonio Gimbernat y Mariano Ribas, ambos viejos alumnos del Colegio gaditano.-
Los tres colegios acometieron la total transformación de la cirugía en España en el siglo de la Ilustración, elevándola a una consideración, efectividad y eficacia, no soñada apenas cuarenta años antes.
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